Te abracé en los rizos del mar
como si fueras gaviota pintada
en el cielo.
Después deshice la espuma de las nubes
con sólo sentir tu risa.
Todos los días voy a la abismo
al mirarte a los ojos
y es tu nombre la morfina
que detiene mi paso hacia el vacío.
La guitarra sacude sus melodías
cuando acaricio su madera
así mis manos irán por tu piel
hasta que estalles de miedo.
Doblé una esquina
con las fuerza de tus besos
haría un abismo en el viento
si tu amor durmiera conmigo.
El río de la mañana
me cuenta secretos de tus
sueños
y remolinos de embrujos
que ni tu sabes donde se
acuestan.
Una letra tuya flotando en la escarcha
basta para que suspire el
lucero,
dos pétalos de plomo en tus ojos
y se cae la luna en una
tinaja.
Sabía que eras una bandida.
Me matas todas las tardes
con tu
puñal de ausencia.
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