La primera lágrima de marzo,
cayó sobre mis versos mojados,
como un espejo que refleja la traición
que tus ojos han llorado.
Culpables son mis palabras,
que jugando a ser poemas de amor,
desgarraron el velo del secreto
y encendieron la furia del dolor.
Yo solo quería escribirte la luna,
contarte en la noche las estrellas,
pedirle al lucero de octubre
que trajera tus besos a mi puerta.
Te visitaba en sueños, y tú,
desnuda me amabas en la oscuridad,
pero un día despertaste de golpe
y la culpa te llenó de amargura.
"Los enamorados", dijiste con voz temblorosa,
una frase casual que desató la tormenta,
la esposa descubrió la verdad
y el secreto ya no pudo ser contenido.
Ahora solo queda el silencio,
un vacío que pesa como el cielo,
la culpa como un cáncer que carcome,
y el recuerdo de un amor que se ha muerto.
Las palabras se convirtieron en espinas,
las frases bonitas en un vendaval,
los versos, las prosas y las liras,
con ellos no se puede jugar.
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