Manos solares
tejen la piel de la utopía,
un lienzo
entretejido de sueños y mediodía.
Lluvia
provinciana susurra secretos de antaño,
fantasmas de
besos que habitan el regazo del tiempo.
Perturbado
peregrino, errante en la bruma del pasado,
busco tu boca,
un faro incandescente en la noche.
Salamandra
adicta, me entrego a la llama voraz,
un abrazo que
consume, un éxtasis sin final.
Tibia ensenada,
refugio de mi sed insaciable,
desciendo por
laderas de pasión, un río caudaloso.
Seductor monte,
tu aroma me embriaga y me guía,
en la cima del
deseo, nuestros cuerpos se funden en uno.
Astro moribundo
se despide en un susurro carmesí,
Gorriones
invernales entonan un canto fúnebre.
Secreto arcano,
sellado bajo la luz del crepúsculo,
dos almas que se
desnudan en la penumbra del silencio.
Relámpagos de
pasión estremecen el cielo de la tarde,
Lágrimas de
plenitud brotan de un corazón colmado.
Deseo saciado,
un fuego que se apaga en la quietud,
la piel de la
utopía se desvanece en la bruma del recuerdo.
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