Si este amor que en mí florece
solo en sueños en ti se incuba,
vida mía, entonces,
quiero dormir para siempre, no lo niego.
Si así me has de amar,
mis ojos cerraré hasta el delirio.
No importa si mi cuerpo
yace como epitafio en fría losa,
o si mis cenizas, dispersas,
la lluvia por el jardín arrastra.
En las frías veredas de Santiago
o en las quietas aguas de Valparaíso,
cada rincón será mi reposo,
el ánfora sellada de mi pecho.
Y un único y último beso anhelo,
un beso angustiado en el mármol,
uno que me agote el alma.
Un beso de tu aliento escarlata
que se acueste con mis huesos,
que selle este amor con su brasa,
y me duerma en la quietud de la fosa.
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