El hado indolente del cazador furtivo,
un relámpago de metal, un tajo en la luz,
y tus ojos, almendras vacías, sin ningún capuz
acechó los latidos del corazón cautivo.
Tus sueños, frágil terracota, bajo tierra duermen,
anclados a la vida, bendición terrenal,
y el corazón a la deriva de un amor sin final
mientras dos jazmines despiertos, arriba, te temen.
Mortaja de niebla, olvido que lo borra todo,
lágrimas negras de dolor, caudal que se derrama,
hacia el mar amargo, donde la pena se inflama
tu risa breve, tu sabia, un color que se ha ido.
Paz duerme en cuna de estrellas,
rondas ausentes entre lluvia luminosa,
un baile celestial, sin prisa, armoniosa
canta melancolías al lucero que se cuela.
Se arropa en silencio, alas de cometa,
suspiros boreales que al cielo se elevan,
corales de amor a la luna nueva se atreven
bordando mariposas en flor de azul inquieta.
Explosión de pétalos, imposible y soñado,
cuentos de hadas en la noche te pedimos,
un minuto milagroso, tiempo que redimidos
abre tus párpados maternales que ha llorado.
Ven desde el infinito, siembra de seda,
nuestro afán cotidiano, la pena que se enreda.
Tardes melancólicas, de frágil acento,
oraciones en murmullos, resignadas se amasan,
y trinos de zorzales, melancolías que se abrazan.
las uvas exprimen su color, un lamento.
Plegaria perfumada, de colores sin fin,
ya el viento dispersó tus cenizas en el jardín.
Duerme Paz en paz, tu recuerdo velamos,
tiempo y tiempo no podrán disipar las penas,
cierra tus ojos, Pachi, duerme en las arenas.
en la tierra te extrañamos y en el cielo te amamos
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