Saturday, February 10, 2024

141.- Mirada que hiere

 

Tu mirada, oblicua y tangencial,

me asecha como un animal en la penumbra.

Un recelo que deja huellas de látigo

y el filo de tu daga en mi verso se asoma.

 

A pesar de lo evidente,

un amor que necesita dejarte,

se rebela como un niño testarudo,

en un tormento que me tiene harto.

 

Yo solo pretendo, de verdad,

y me conformo con eso:

vivir como un parásito en tu corazón esquivo,

un intruso en tu universo privado.

 

Tu corazón, un enigma inaccesible,

una fortaleza inexpugnable.

Yo, un náufrago en busca de un puerto,

anhelo un refugio en tu alma indomable.

 

En esta danza macabra de amor y odio,

nos movemos en un círculo vicioso.

Dos almas que se atraen y se repelen, 

en un juego cruel y doloroso.

 

Mientras tanto, la daga en mi verso brilla,

un símbolo del dolor que me atenaza.

Un amor que me consume y me aniquila,

una herida que no cicatriza.

 


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