Thursday, February 08, 2024

104. Epístola a una carta

 

Tras el llanto que la carta engendró,

en mi pecho anidó una lágrima en sortilegio

más la ventana se abre hacia un nuevo umbral,

en un ámbito donde el alma encuentra refugio.

 

Días de nuevas, venturosas y aciagas,

la tuya no encaja en ninguna de ellas,

un presentimiento me dice que nuestro lazo

no lo cortará adiós, ni tuyo ni mío, ni con estrellas.

 

Aunque se pierdan en el aire otras cartas,

ni mi piel recuerde el calor de tus senos,

siempre estarás presente, como el aura,

como un susurro en el viento, como un eco en mí pecho.

 

Yo seguiré enviándote mis recuerdos,

como esas esquelas que envío al mar en botellas,

con la esperanza y porfía que por azar las encuentres,

y sepas que mi amor no se ha marchita, ni se acalla.

 


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