En la antesala de tu
vientre, una flor estalla,
una doncella de aurora,
con futuro en la palma,
viste un traje de novia
tejido de frescura,
y en la noche nupcial, un
invierno bajo la luna.
Un viejo con tu patio,
estrecho y silente,
contempla la marea
pálida, nacida del alba,
su esmeralda en la brisa,
calma y reluciente,
brilla en la llama alegre
que tu rostro talla.
Tu arpa esbelta, dorada
por la aurora,
convierte el arroyo en
una granja florida,
tus labios, suaves
pétalos que la brisa enamora,
sonríen con la calidez
del sol que los irradia.
Hilos dorados, cual rayos de sol que te hieren,
enredados en un pliegue,
secreto que evocan.
De la carne y el sueño,
una flor se abre paso,
una doncella de luz, con
futuro en su piel,
teje un vestido de
estrellas, con hilos de rocío,
y en la noche nupcial, la
luna es su único testigo.
Un viejo árbol observa,
con ramas como brazos,
la marea que llega, con
sus secretos de nácar,
en su verde esmeralda, la
calma se refleja,
y en la llama del alba,
tu rostro se enciende.
Tu arpa, una lira
celestial que vibra y canta,
convierte el arroyo en un
río que sucumbe,
tus labios, dos pétalos
que el viento acaricia,
sonríen con la aurora que
en ellos desierta.
Hilos dorados tejen un
manto de sol,
en un pliegue misterioso,
donde el amor se enrosca.
En el vientre del cosmos,
una estrella se gesta,
una doncella de fuego,
con futuro en su cielo,
viste un traje de
galaxias, con nebulosas bordadas,
y en la noche infinita,
la supernova es su misterio.
Un viejo tiempo observa,
con relojes de arena,
la marea del universo,
que todo lo llena,
en su ojo de diamante, la
eternidad se refleja,
y en la llama del Big
Bang, tu rostro se irradia.
Tu arpa, una constelación
que vibra y resuena,
convierte el vacío en un
cosmos que llena,
tus labios, dos agujeros
negros que el viento traga,
sonríen con la entropía
que en ellos se funde.
Hilos de luz tejen un manto de estrellas,
en un pliegue del
espacio, donde el misterio se cuela.
No comments:
Post a Comment