En mis pupilas, un torrente de colores se precipita,
cascada cromática que desafía la gravedad,
mosaicos de un mundo onírico que se desborda.
Confieso que eran finas arrugas del pasado,
vestigios de una historia que la luna embustera silencia,
porque en mi sueño no hay palabras, solo el lienzo vacío.
Con el tiempo, el silencio pierde su fragancia,
se diluye en el aire como perfume evanescente.
La estela del pasado se deshace hacia el horizonte,
un fulgor de estrellas que cruza la bahía en la noche.
Escribo a una morena que sufre el desencanto,
una imagen recostada en el puerto,
abrasada por el viento en las nubes.
Fui el recuerdo que buscaba algo de tristeza en su ventana,
un eco en la soledad que se hace presente a la distancia.
Los siglos abren los candados de las calles,
liberando a los fantasmas que marchan detrás de la noche.
No comments:
Post a Comment