Revisé mi cuenta poética,
vacía como un cajón de feria.
No me queda ni un verso,
ni una rima, ni una metáfora.
Y tú, que esperas poemas como flores,
me miras con desilusión,
con la tristeza de un niño al que le han robado el
juguete.
Lo siento, amor mío,
me gasté todos los versos en sueños,
en quimeras y desvaríos.
Los derroché en la búsqueda de la belleza,
en la lucha contra la mediocridad.
Ahora estoy en números rojos,
en bancarrota poética.
No tengo con qué pagarte
el amor que me entregas a diario.
Pero no te preocupes,
volveré a escribir,
a depositar versos con la luz del alba,
a esculpir poemas con el lápiz del dolor.
Y cuando mi cuenta vuelva a tener saldo,
te abonaré de palabras,
te regalaré monedas de versos
para que dispongas en ellos
hasta el fin de los tiempos.
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