Saturday, February 17, 2024

181.- Rocío de metal

 

Un rocío de acero impregna la muralla,

cristalina prisión de signos que la acunan.

Las naves, páginas surcadas de llanto,

se alejan de pañuelos que las despiden,

para encontrarlas al final del cielo,

donde la tormenta devuelve las miradas

de aquellos que a veces mueren en el viaje.

 

En el fondo del sol, que se acuesta con la tarde,

anidan melodías que sufren y palpitan.

Violines danzantes invitan a las estrellas,

pero sus notas silenciadas no se detienen.

Las adoraba cuando las escribía en tus dedos,

las tejía para ti en el regalo de tu mirada,

o cuando las parpadeabas como faros en la noche.

 

Al principio del silencio quise esconderme,

mi sangre palpitaba, vergonzosa por tu amor.

No amabas como huyes del vacío,

ni arrullas a los durmientes en esta estación.

Mi estela atraviesa tu cuerpo,

hiriendo la inocencia de la flor que te acechaba.

 

Ahora soy el arrecife donde a veces duermes,

cuando el mar te despide y te empuja hacia mí.

Soy la letra que te despierta y te embellece,

en el horizonte de la primavera que acosa la dicha,

la misma que mentirá un dolor para robar tu beso.

 


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