Saturday, February 17, 2024

183.- Valparaíso onírico

 

Valparaíso de mi ensoñación delirante,

erguidas calles, prisma de colores en jolgorio.

Huésped reencarnado, a tus brazos retorno,

como la ventolera, aferrado al asfalto umbilical.

 

Cautivo del camino, el tiempo se disuelve ante mis ojos:

arena que se desliza en la ladera,

llovizna que empaña los cristales con su llanto.

Pinos renacidos tras la pira estival,

hierba tupida que el vendaval acicala.

El rellano se esfuma en la bruma lejana.

 

Raquíticos esteros que se precipitan al vacío,

en vano descenso hacia la espuma salada,

que jamás rozan con su melancólico llanto.


Gaviotas en parsimonia surcan el cielo,

entre la esencia marina y la nostalgia del viento.

 

Como explosión de un vago recuerdo,

el litoral y el océano se dibujan en calma.

Ancha bahía meciéndose en la quietud,

prisionera de grúas y el abrazo del molo.

Los navíos se bambolean en armonía con las olas,

y yo, niño embelesado, contemplo el espectáculo.

 

Escaleras que trepan al cielo,

ascenso interminable hacia la cima.

Ascensores que se deslizan por la ladera,

serpientes de acero que devoran la pendiente.

Barcos que se mecen en la bahía,

sueños de madera que navegan sin rumbo.

Gaviotas que graznan en el cielo,

mensajeras de la nostalgia y el olvido.

 

Valparaíso, caleidoscopio de sueños y recuerdos,

en tu seno se mezclan la realidad y la fantasía.

Fantasmagoría de colores que se funden en la niebla,

espectáculo surrealista que cautiva mi mirada.

 

Huésped errante de tu paisaje onírico,

regreso a tu abrazo, Valparaíso de mi delirio.

En tus calles empedradas y cerros infinitos,

encuentro la esencia de mi ser, mi yo más íntimo.


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