Nadie compra poemas, ni a la vuelta de la esquina,
menos si son de amor, esa mercancía obsoleta.
Versos arrumbados en el estante de la vida,
polvorientos recuerdos de una pasión marchita.
Los del modelo discontinuado, los que ya no se usan,
los remataré al mejor postor, a precio de saldo.
Quizás así recupere algo del llanto invertido,
algunas monedas que alivien este amargo trago.
Liquidación de sueños rotos, de promesas incumplidas,
de besos que se apagaron en la fría intemperie.
Venganza poética contra el amor que nos traiciona,
subasta de versos que ya no tienen dueño.
No busquen aquí palabras floridas ni metáforas aladas,
solo la desnudez cruda de un corazón herido.
Poemas que desnudan el alma y la exponen al mercado,
a la puja despiadada del que más pueda ofrecer.
No busquen belleza en este inventario de dolor,
solo palabras desnudas, sin artificios ni afeites.
Poemas que no se venden, que nadie quiere comprar,
la triste subasta de un corazón en quiebra.
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