Llegamos tarde, la cita se nos fue,
y ahora debo partir, con el alma en un vaivén.
Otra luna sin ti, fría y espectral,
me roba la alegría, me deja en un vendaval.
El tiempo se escurre, como arena entre mis dedos,
y mi dolor madura, sin la sal de tu recuerdo.
La montaña se yergue, imponente y sin compasión,
acicalando mis cabellos, con su gélida canción.
Nos faltó el álamo, lecho de amantes furtivos,
donde nuestros nombres se fundían en susurros vivos.
Promesa indeleble, grabada en la corteza,
un "se aman eternamente" que la herida embellezca.
Es hora de volver, a mi origen y mi cuna,
a los versos donde me encontraste, bajo la luna.
Añoranza que me invade, como un frío glacial,
la casa está vacía, sin tu calor celestial.
Las paredes me ahogan, el silencio me aturde,
cada rincón vacío, tu ausencia me devuelve.
Te extraño en cada instante, te busco en cada rincón,
y la casa se vuelve un eco de mi desolación.
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