Mirando la pared,
el lujo despierta con un matiz celeste,
un rumor de cielo que habita tras la cortina.
Carruajes nocturnos de sueños rasgados,
flechas que se desploman al vacío,
alborotando los colores de la aurora que van hacia el mar,
hacia una época de párpados estrepitosos.
Un rumor de sonrisas numerosas me anuncia la mañana,
mi cuarto, un mundo escondido,
un largo pan de coronas confusas,
una colmena de abejas brillantes.
La luz se derrama como un río plateado,
inundando el espacio con su canto matinal.
Las sombras se disipan, y el silencio se llena de trinos y
murmullos.
Es la hora del despertar,
de abrir las ventanas y recibir el nuevo día.
Un día lleno de posibilidades,
de sueños por cumplir, de aventuras por vivir.
Salgo de mi habitación y me encuentro con el mundo,
con el sol que brilla en lo alto,
con el viento que me acaricia el rostro,
con la vida que
palpita en cada rincón.
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