Los pájaros
entonan la sinfonía del alba,
sus oídos
embriagados por el zumbido de la abeja.
Al alba se
deslizan con un enjambre,
recostados
sobre su floreciente belleza.
Ondula sus
lagos en el aire estival,
sus blancos
pliegues al viento lejano,
para
encontrarme en un rayo primaveral.
En lo alto
del sauce verde que me observa,
las
pequeñas aguas juegan,
permanecen
en este día de antiguo hielo,
y la luz de
la luna corre por tu sonrisa.
Suaviza
estos severos mármoles con un juego tardío,
lee tus
faldas azules en el aire del vendaval,
cada nube
en las crestas coloreadas de los cerros,
será el
último día que desapareces en el tiempo temprano.
Como una
estela que se esfuma en la bruma,
te
desvaneces en el horizonte del tiempo,
dejando
solo el eco de tu risa y el perfume de tu piel,
un recuerdo
que se diluye en la memoria.
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