Friday, February 16, 2024

156.- El puerto viejo

 

Desde el cielo, un presagio incierto se cierne sobre la bahía,

un destino injusto que marca sus años con tragedia.

Destellos como estrellas oscuras, un abismo sin fin,

más grande que el misterio que las envuelve y define.

 

En el parpadeo de sus lágrimas, rocío de cálida sombra,

se refleja una historia que se pierde en la distancia de su juventud.

Yo también, encandilado por la silenciosa marea,

me sumerjo en la melancolía que el puerto emana.

 

Los rayos del sol se posan sobre las naves pasajeras,

antes que el óxido carcoma el hierro de su pasado.

La bruma adorna el húmedo y salado litoral,

un velo que oculta secretos y recuerdos inmortales.

 

La brisa sur llega maquillando los sueños con la mañana,

bamboleando el murmullo de la fría cadencia de los botes.

El viento besa el vaivén de las olas desde el horizonte,

despertando de colores los mosaicos del puerto viejo.

 

Escucho el aullar de su tránsito desde el altillo,

un lamento que busca una nueva forma de persistente queja.

Ligera como una pluma que alcanza todas las alturas,

se extiende resignada entre los recovecos de los cerros.

 

Antes que el único amor se derrame por última vez en el mar,

y rompa mi corazón con un certero relámpago negro,

resplandecerá el orgullo durante el tiempo sempiterno,

y la luna fría anidará mis cenizas en la oscuridad de sus aguas.


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