131.- Un canto a la duda

 

¡Si me amas!, interrogué a los cuatro vientos,

y solo el eco respondió, tu silencio inclemente.

No quiero un enigma en tu mirada, ni un amor fugaz,

ni sueños de escarcha que se esfuman al alba.

 

¡Dime si me amas!, antes que el grillo entone su canto,

antes que la noche en su manto nos envuelva.

Que no lleguen otros besos a tus labios,

ni la duda me torture en mis desvelos.

 

Antes del silencio que la noche impone,

antes que el lucero a los zorzales convoque,

antes que tu aroma embriague mi ser,

y la incertidumbre me ahogue en su red.

 

No quiero dormir con la duda en mi almohada,

ni la luna en mis ojos clavada.

¡Dímelo antes!, no esperes a la niebla,

ni al rumor de las olas que a la orilla se elevan.

 

No quiero esperar el otoño que desnuda las ramas,

ni el llanto de las nubes que en el cielo se anidan.

Antes que la lluvia golpee en mi ventana,

¡ámame!, dilo con la voz del alma visceral.

 

Antes que las montañas se derrumben en el viento,

antes del perfume que anuncie la primavera,

antes que las hortensias se vistan de color,

¡que me amas!, dilo desesperada.

 

¡Que me amas!, repite sin cesar,

antes que mi romance en tu baúl se marchite,

antes que mi piel se desgarre y se haga harapos,

antes que tus lágrimas por mí se vistan de luto.

 

¡Dímelo antes que mis huesos duerman desnudos!

 

En este canto a la duda, mi corazón te implora,

una respuesta que calme la tormenta que me consume.

¡Dime que me amas!, con la pasión que ruge,

antes que la muerte nos condene al silencio.