Sunday, February 18, 2024

191.- Lamento sin fin

 

Lo lamento tanto,

por los siete sueños que no fueron,

por la noche de verano que se marchitó sin tu aroma.


Lloro por el amor quebrado en tu vientre,

por las promesas que en el mar se ahogaron.


La esperanza duerme en la lápida fría,

la casa en el recodo ya no canta, derramada.


El primer llanto de Martina Gracia se acalla,

en su cuna de mármol, la vida enmudece.


Mis versos se ahogan, sin aliento ni brío,

en esta noche larga, como un réquiem oscuro.


Nada consuela la piedra que en mi pecho anida,

una pena profunda, sin consuelo.


Quedará para siempre el altillo inconcluso,

la balada que llora, la tela sin colgar.


La cama entumecida, la casa en Carampangue,

con olor a desierto, un páramo sin espíritu.


Tu puerta con llave, la lluvia en la ventana,

el viento que resongaba en invierno, una mañana.


Y una lágrima mía que nunca cae,

congelada en el tiempo, como un alma en la llama.


Es la resignación acurrucada en el hielo,

el alma que vaga en el calvario, sin ansias.


Como una flor que pierde sus colores,

la pena se abraza al sauce, como martirio.


Silencio en el vértigo del acantilado,

los desvelos palpitan en mis ojos, sin destino.


Dolor que no conoce la clemencia,

recuerdos tragados por la resaca, sin alma.


El abandono de tus besos,

un frío glacial, mis pasos hacia abajo,

con andar cansino, sin final.


La mente ahogada en lágrimas de sombra,

el golpe en el pecho de tu mirada atónita.


Y otra vez el lamento que viene cada noche,

a medianoche, todas las noches.


A mis ojos abiertos, como una condena,

la pena sin tregua, la herida perpetua.


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