Saturday, February 17, 2024

168.- Oda a la mirada furtiva

 

Me miró de soslayo, un velo de silencio en sus labios,

como un invierno glacial vaciando su figura en mí,

hechizando el bullicio de la calle en la mañana.

 

Y la escarcha que me envolvía al despertar se disipó,

mi asombro ante el rocío se encogió en el abrigo,

y olvidé el gentío tembloroso de la ciudad.

 

...Y ella no estaba en mí cuando me abracé ese día.

 

Desde ahora, sus ojos se dormirán junto a los míos,

su mano de novia será mi almohada en las noches,

en cada mirada perdida, el perfume de su voz,

el hechizo de su linaje en el vaivén de las olas,

y en el color de los pétalos, su cabello de arco iris.

 

Ya no seré libre de mí, ni dueño de mi manera,

habré perdido la senda llana por sus besos,

y ya nada será terrenal, ni certeza o verdad,

todo paranoia, rebeldía, tozudez, locura.

 

Desde ahora, un esclavo en la galera de mis celos,

remando en un mar de incertidumbre y desconfianza,

encadenado a la duda que corroe mi alma.

 

Su mirada, un dardo que hiere mi corazón,

sus palabras, un enigma que me atormenta,

su aroma, un hechizo que me seduce y me envenena.

 

Soy un prisionero en la jaula de su amor,

un náufrago sin brújula en el océano de su pasión,

un poeta que canta a la belleza y al dolor.


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