Sunday, February 11, 2024

153.- Dueña de mis versos

 

Ayer, a una hora incierta, mis flores se desplomaron,

como una cascada de tinta negra que se vació del cuaderno,

y el lápiz de tus versos se durmió para siempre.

 

Aquel azul que te buscaba en lo alto de la noche,

hambriento de tus ojos, se apagó en la sombra.

 

Mi razón era quebradiza al buscar tus pupilas,

y tú agitabas mis campanas en el rojo de la tarde.

 

Eras dueña de este poeta cuando aparecías a veces,

en un sueño entreabierto, como una silueta en la ventana,

o cuando el corazón estallaba con solo sentir tu nombre.

 

Ya no es la misma camelia que mi rocío acariciaba.

Si la quisiera cortar, sería como otra rosa que hiere mis dedos.

 

Sus pétalos ahora teñidos con el color de la cerámica,

se han vuelto fríos, igual que su jardín de números,

una forma de niebla que se deshizo como el amargo.

 

Ni la misma vida, ni el mismo verso mío, solo queda el vacío,

el eco de tu adiós, un réquiem que entono en este oscuro hastío,

por la flor que se marchitó, por el amor que se nos fue.


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